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Culto a la portada

¿Qué ocurrirá con el diseño de las cubiertas de los libros cuando el formato digital se imponga?

Vitoria. Entre las brumas de la ciudad alemana de Maguncia, hacia la mitad del siglo XV, Johannes Gutemberg inventó su imprenta de tipos móviles. Esta técnica revolucionó la industria editorial, que hasta aquel momento estaba en manos de los monjes copistas, y supuso la extensión de los libros. Estas piezas de arte sufrieron un gran cambio y fueron evolucionando conforme a las técnicas de impresión, hasta llegar al aspecto que todos conocemos hoy en día.

Pero una nueva forma de leer ha nacido. Les llaman libros digitales, libros electrónicos, e-books… Poco a poco van llegando nuevas plataformas tecnológicas que acogen los volúmenes publicados en Internet. Aún no hay nada establecido y queda mucho camino por recorrer. No hay un formato imperante, todavía no se ha encontrado la buena fórmula para vender los libros digitales y no se ha solucionado la cuestión de los derechos de autor.

Aun así el e-book es una realidad que cada vez está llegando a más gente. En el primer semestre de 2011, la Federación de Gremios de Editores de España aseguraba que un 6,8% de los españoles leían libros en soporte digital, un 2,1% en e-reader. Los lectores en aquel período de tiempo estudiado crecieron 4,7 puntos respecto al año anterior.

El libro físico se mantiene y la forma de presentar el e-book suele ser copiar la cubierta de la obra en papel a Internet. Pero, ¿qué ocurrirá con el diseño de los libros cuándo el formato digital se imponga?

La estrategia a largo plazo de Random House Mondadori, el grupo que aúna editoriales como Plaza & Janés, Mondadori, Lumen y Debolsillo, entre otras, es conducir el libro al territorio de la exclusividad: «El libro físico pasará a ser un objeto de mayor calidad, con mejor acabado y más de cara al coleccionismo: un objeto de culto», explica Marta Borrell, diseñadora artística del conglomerado.

Begoña Berruezo, diseñadora de Grup62, grupo editorial que reúne sellos como Planeta y Destino y algunos de los más importantes en catalán (Proa, Columna, Edicions 62), afirma que ellos van por el mismo camino. «Comprar un libro físico será como recuperar un vinilo». «No tendrán por qué ser piezas muy caras, pero veremos más ediciones limitadas, con papeles especiales, con diseñadores especiales y libros firmados, por ejemplo», afirma Berruezo.

No es de la misma opinión el diseñador Enric Satué. El ganador del premio Nacional de Diseño en 1988 y creador de las portadas de algunas colecciones de casas como RBA, Espasa, Turner y Tusquets cree que «el libro seguirá tal como es ahora». «No lo digo como una afirmación de resistencia ante el progreso de la técnica», aclara, «sino porque el libro impreso tiene 550 años, ha sufrido muchas circunstancias y ha sobrevivido». «En todo caso», matiza, «se verá influido en la portada por los patrones de moda».

Borrell recuerda que su grupo editorial está empezando a seguir la línea de la calidad. «En Random House Mondadori se está cuidando el libro y estamos trabajando mucho en las tripas, las portadillas y la cubierta para mejorar el acabado de los libros actuales». Una mejor edición para satisfacer al lector exigente. Estos libros buscan a un cliente al que no sólo le guste leer, sino también el hecho de poseer una obra.

«El libro impreso, bien editado, con respeto por los oficios que lo hacen posible, tiene una vida muy larga por delante», asegura Diego Moreno, el editor de Nórdica Libros. En una línea parecida se muestra el director de Impedimenta: «El concepto de libro es casi perfecto; en todo caso, es muy difícil de perfeccionar», asegura Enrique Redel. Por su parte, Satué señala que «el soporte digital tiene una presencia muy provisional, ya que lo suyo es moverse, desaparecer, cambiar».

Los editores y diseñadores consultados coinciden en remarcar un hecho que se prevé imparable: la pacífica cohabitación entre los dos formatos de libros.

«El diseño será cada vez más importante, pues el papel va a convivir mucho tiempo con el e-book«, confirma Moreno. Enric Satué prevé que «el libro digital y el de papel se retroalimentarán a medida que progresen». «Quien entre en el mundo de los libros a través del e-book«, continúa, «acabará queriendo los libros y también le interesará el mundo de las obras físicas».

EL FUTURO

Muchas dudas por resolver

Pero esta convivencia aún queda lejos, por lo que todavía faltan muchas dudas por resolver. «Si el e-book se extiende, el diseño será más complejo y la experiencia de lectura cambiará totalmente», preconiza la diseñadora de Grup62.

Berruezo prevé que, cuando los libros digitales se equiparen en ventas a los de papel, las editoriales ahorrarán en gastos de producción, por lo que deberán invertir en recursos tecnológicos: «Tendremos que crear una tipografía que se mueva, mini producciones audiovisuales, una cubierta completamente distinta a la de ahora, en la que se pueda intervenir, y un libro con el que se pueda interactuar».

«Ahora mismo disponemos de muy poco espacio para la creatividad en el formato electrónico, muy poca oportunidad de tener una creación ad hoc, en parte porque los contratos no nos permiten enriquecer (aportar más en formato digital) los libros», se lamenta Enrique Redel.

El editor de Nórdica Libros, Diego Moreno, explica que en el futuro se tratará de «desarrollar libros con la misma calidad que en papel, pero con sensaciones diferentes». «El libro físico es inmejorable en muchos aspectos», prosigue, «pero gracias al electrónico incorporaremos avances como los vídeos o el libro en audio».

Libros de lujo, cohabitación pacífica, portadas interactivas. Nadie sabe cuál será el futuro de los libros. Lo que es seguro es que el placer de la lectura tendrá que ir siempre acompañado de un envoltorio digno de su contenido.

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